Toussaint, doctor en Ciencias Políticas, cree que hace falta la rebelión de la calle. - E. B.
TONI POLO - BARCELONA - 01/03/2010 08:20
El belga Eric Tou-ssaint conoce de primera mano las economías del Tercer Mundo, más allá de la cortina de humo tejida por la prensa de los países llamados desarrollados. Miembro del Foro Social Internacional, presenta el libro 60 preguntas 60 respuestas (Icaria), escrito con Damien Millet. Antes de las pasadas elecciones europeas, firmó el manifiesto de apoyo a la candidatura de Izquierda Anticapitalista, invitado por el movimiento Revolta Global.¿Su firma fue una demostra-ción de optimismo?
De optimismo, de voluntarismo, pero, sobre todo, de convicción. Es una convicción, no una moda. Esta crisis internacional es sistémica, pero los gobiernos y el pensamiento dominante siguen en la misma línea neoliberal. Al principio, en 2007 y 2008, temieron tremendamente las consecuencias, pero ya se han reafirmado en su postura de defensa del sistema neoliberal.
¿Pero llegaron a temer por el sistema capitalista?
Es evidente que sí. Decían que era una crisis del capitalismo de la misma magnitud que la de los años treinta, que los mercados ya no se regularizarían, que se habían equivocado.
¿ Y ahora podemos estar hablando de que es necesario que todo cambie para que siga como antes?
Ni siquiera aplican esto porque aún falta una rebelión de los trabajadores. Los gobiernos pensaban que se iban a tener que enfrentar a tal rebelión y yo diría que estaban preparados para dar algún giro, pero faltó la presión de la calle. Los trabajadores y sus sindicatos están bajo el choque de la primera fase de la crisis, que es tremenda, y tiene más efecto de paralización que de estímulo para la lucha. También hay una responsabilidad de las direcciones sindicales, que no buscan organizar realmente una respuesta.
¿Se han acomodado a la situación de crisis?
Esperan que pase rápidamente y creen que conviene acompañar las iniciativas de los gobiernos, y eso es un gran error.
La deuda externa del tercer mundo es lo que más le preocupa...
La deuda pública externa de los países en desarrollo se convirtió en un instrumento de dominación de los acreedores sobre los deudores. Estos acreedores Banco Mundial (BM), Fondo Monetario Internacional (FMI), banca privada y mercados financieros del norte, a través de la gestión de la deuda externa pública de estos países, tratan de influir en el diseño de las políticas aplicadas por los gobiernos del sur.
¿El Banco Mundial es el origen de todos estos males?
Está bajo las órdenes de las potencias, la primera, EEUU, mientras que los países del sur no pintan nada. Los gobiernos del norte exigen a los países deudores la aplicación de tal o cual política a través de unas recetas económicas que van en un mismo sentido: abrir más las economías del sur a las inversiones del norte y las exportaciones y reducir el peso de los poderes públicos del Estado en la economía de esos países. Es decir, privatizar todas las empresas estratégicas pero también todos los servicios públicos.
¿Las democracias de izquierda suramericanas son la alternativa?
Venezuela, Ecuador y Bolivia son la vanguardia en un intento de construir una alternativa frente al BM, al FMI y a la banca privada internacional. Rafael Correa, presidente de Ecuador, suspendió el pago del 30% de la deuda pública externa por considerarla fraudulenta.
¿Qué repercusiones tienen estas políticas macroeconómicas?
Muy graves. Llevan inherentemente a la violación de los derechos humanos, además de los sociales, culturales, económicos... Crímenes contra la humanidad, masacres, desapariciones y desplazamientos forzados. Todo eso han conseguido apoyando dictaduras en los años sesenta, setenta y ochenta , y aún ahora, en África, por ejemplo.
¿Cómo se lucha contra eso?
Estamos intentando enjuiciar internacionalmente al Banco Mundial, algo inédito en su historia, en nombre de 10.000 víctimas, mineros de la República Democrática del Congo. Pero hay muchísimos casos denunciables. Se trata de esquivar las presiones de este organismo y obtener una condena que le obligue a pagar reparaciones y siente jurisprudencia.
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