En este rincón ubicado en la sierra oeste de Madrid, los pequeños pueden pintar, trabajar en la carpintería, construir una madriguera, jugar a las tiendas o en el arenero, subirse a las rocas, charlar, ver libros de animales, sacar de paseo a las muñecas o buscar lombrices en la huerta. Hay espacios dedicados a las manualidades, las construcciones, los juegos simbólicos, música, baile, ciencias, experimentos y matemáticas, entre otros.
“Es necesario que el acompañamiento de los adultos contribuya a que los niños se sientan seguros, aceptados sin expectativas ni valoraciones y amados sin condiciones. En segundo lugar, el entorno debe ofrecer aquello que los pequeños precisan para llevar a cabo su desarrollo. En Alavida tenemos más de doscientos materiales tipo Montessori, en casi treinta rincones diferentes”, ha explicado a Noticias Positivas.
Y agrega: “cuando se dan estas condiciones, los niños son capaces de conectar con su esencia y pueden desarrollarse de acuerdo a su propio plan interno. Pueden confiar en sí mismos, tomar del exterior lo que necesitan para satisfacer sus necesidades y construir su proceso de aprendizaje desde dentro hacia fuera. Así, el motor de su desarrollo es su interés y curiosidad innata por el mundo que lo rodea”.
Los fundadores de Alavida sostienen que el ser humano tiene el potencial interno para desarrollarse y madurar por sí mismo y en interacción con su entorno. “El amor es una necesidad básica de supervivencia, al mismo nivel que el alimento, el abrigo o los cuidados personales. Nos referimos al amor sin condiciones, al amor que se recibe sin necesidad de pedirlo, al amor a la persona por ser quien es, con independencia de sus acciones. Una persona que no se siente amada sacrifica sus propias necesidades de desarrollo y realización por conseguirlo. La educación basada en premios y castigos, aprobación y desaprobación, aceptación y rechazo, es una buena muestra de cómo el amor condicionado logra conducir los intereses de los niños y moldear su comportamiento”, aseguran.
El proyecto comenzó en 1999, cuando un grupo de familias decidió ofrecer a sus hijos una educación no directiva y que respetara las etapas evolutivas. Según Aguilera Reija, la libertad y el respeto hacia el desarrollo autónomo de los niños es “clave a la hora de educar para ser, en lugar de enseñar a repetir, obedecer o tener”.
En la actualidad, Alavida es un espacio abierto para niños a partir de los 3 años, que comparten las mañanas de lunes a viernes.
LOS PRINCIPIOS PODRIAN RESUMIRSE EN:
- El ser humano, como el resto de los seres vivos, se hace a sí mismo. La confianza en este proceso es la base de nuestras relaciones con los niños y las niñas.
- Para que el niño o la niña pueda dedicarse a su desarrollo necesita primero que sus necesidades básicas estén cubiertas. Éstas son: Sentirse amado y seguro.
- Se siente amado cuando se le acepta sin condiciones (sin juicios, manipulaciones, expectativas, castigos o premios...) y se respetan sus necesidades básicas (cercanía humana, cobijo, alimento, etc).
- Se siente amado cuando se le brinda un ambiente adecuado a sus necesidades de desarrollo.
- Se siente seguro físicamente cuando no hay peligros activos.
- Se siente seguro emocionalmente cuando no recibe agresiones ni físicas ni emocionales, cuando su trabajo se respeta, cuando puede expresar sus emociones.
- Se siente seguro cuando vive límites claros y constantes que garantizan un ambiente relajado y seguro para todos.
- El aprendizaje se da por iniciativa propia en interacción con el entorno. Los adultos no enseñamos.
- No enseñamos valores, se viven, se aprenden.
- Nuestro espacio ofrece el material y el entorno necesario para que cada niño o niña pueda tener las experiencias adecuadas a su nivel evolutivo y así pueda desarrollar su potencial.
- El rol del adulto que está en nuestro espacio es el de acompañar a los niños y a las niñas en este proceso y garantizar que se den las condiciones óptimas para esta interacción con el entorno (materiales y emocionales).
- En definitiva queremos PERMITIR Y RESPETAR LOS PROCESOS DE VIDA.
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