"Hicimos siete estudios experimentales que nos llevaron a conclusiones sorprendentes, porque uno pensaría que las personas con menos recursos están más motivadas a comportarse de manera inmoral o antiética o a violar la ley", afirma Mendoza.
Existen numerosos estereotipos en torno a lo que produce el dinero en una persona. Por una parte la ambición está asociada en el imaginario colectivo con la corrupción ("el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente" y "el dinero es la raíz de todo mal", se dice popularmente). Por otra parte hay quienes consideran que la falta de dinero es lo que corrompe a las personas y genera una serie de conductas poco éticas en la persecución de la ilusión monetaria.
Ahora científicos de la Universidad de California en Berkeley han descubierto que son las personas de clase social elevada las que se ajustan más al estereotipo, siendo que el dinero trastorna su moral en mayor medida.
En el estudio se identificaron diferentes grupos de personas, las cuales fueron medidas por su riqueza económica, escolaridad, persuasión religiosa y actitud hacia el dinero. Se les sometió a distintas pruebas, entre ellas un juego de dados en el que los participantes debían de reportar sus propios resultados, pensando que podían ganar dinero y que no estaban siendo vigilados. Las personas de una extracción económica más alta mostraron una mayor tendencia a alterar sus puntajes.
Miembros de otro grupo fueron cuestionados sobre diferentes escenarios hipotéticos en los que se podrían beneficiar de hacer algo poco ético en el trabajo.
Se hizo una prueba también en el tráfico de San Francisco: las personas más acaudaladas fueron las que menos cedieron el paso a los peatones y las que más intentaron rebasar a otros automóviles para ganar lugar en la calle.
El artículo publicado en el Proceedings of the National Academy of Sciences concluye que aquellas personas que provienen de familias más ricas o poderosas tienden a mostrar mayor avaricia, a mentir en una negociación y a hacer trampa.
Este estudio se relaciona con uno anterior en el que se descubrió que las personas de clase alta tiene una menor capacidad para detectar las emociones de las otras personas, sugiriendo que su egoismo les impide generar empatía. Por otro lado, otro estudio sugiere que los niños que saben decir mentiras tiene mayor éxito en sus vidas.
Prestigio profesional y educación
"Las conclusiones se aplican independientemente de la edad, el sexo, el grupo étnico, el credo religioso o la ausencia de fe religiosa, y la orientación política de los participantes", indica el estudio. "El concepto general de clase social incluye los ingresos y también la profesión, porque hay profesiones que son prestigiosas aunque uno no gane tanto dinero, como los profesores", dice Mendoza, quien agrega que también incluye el nivel de educación. "Ese es el nivel social objetivo, pero está también el subjetivo, que es cómo uno se percibe a sí mismo en relación con los otros", explica el investigador.
Lo importante no es solo la conclusión de que la gente "que está más arriba tiende a comportarse menos éticamente, sino por qué", añade Mendoza. Hay gente que dice que la "avaricia es buena por muchas razones, y esa actitud tiende a concentrarse en gente de clase alta", asegura.
Enfoque egoísta
En cuanto a la gente de clase baja, que está más expuesta a peligros y tiene menos recursos y empleos más inestables, "trabaja más para asegurar las relaciones humanas sean fuertes y duraderas", afirma el investigador. En cambio, las personas de clase alta, "como tienen más recursos, se sienten más seguras, tienen el lujo de ser más independientes, tienden a enfocar los pensamientos y las emociones hacia sí mismos y piensan menos en las consecuencias que su comportamiento tiene para otros", concluye.Los autores del estudio creen que los hallazgos podrían explicar lo sucedido con la reciente crisis económica global precipitada por los esquemas de manipulación y especulación financiera en los que los banqueros de Wall Street incurrieron.
Fuente: Sott.net